domingo, 23 de noviembre de 2008

Noviembre

"Oscar Jaenada: el jipi que se volvió gitano"



Cada vez toman más fuerza mi teoria de que el Colegío Mayor es cómo la sala del espiritu y el tiempo de Dragon Ball. O al menos las dos te alejan de tu vida cotidiana, de tus costumbres y te atrapan de la misma forma; es cómo si todo el tiempo que pasaras en su interior estuviera parado en el resto del mundo y se fuese a reaunudar cuando estuvieses preparada. Como un entrenamiento. Un limbo al margen de todo más allá de sus puertas.



Y es que me he dado cuenta de que a ventitantos de noviembre... aun no he probado las castañas. Que verguenza.


Uno de los simbolos del invierno. Calentitas. Envueltas en ese hibrido "un tercio cartulina-un tercio papel-un tercio cartón" que sólo sirve para eso y para envolver el pescado y la mojama en el mercado. Además está lo mejor (y lo peor) de las castañas: las manos negras de mendiga. Comer castañas no es algo que haga la gente decente. Donde se ha visto un señor o una señora con las manos negras, hombre ya...
Luego está el hombre/mujer que asa las castañas, es decir, el castañero. Existen dos tipos de castañero: el que parece una persona normal, y el que parece un castañero. Estos último naturalmente, son mis favoritos. Para reunir la imagen necesaría para ser un buen castañero tienes que procurarte las siguientes cosas:

- Una cara arrugada, a ser posible muy blanca o muy morena (este requisito es fundamental).

- Un gorro de lana sucio y hecho polvo, aunque si tienes el pelo lo suficientemente estropajoso y lleno de canas se te permite prescintir de él.

-Ropa antigua y rural, como si la acabases de sacar del pueblo de tu abuela en los 70.

-Varias telas de saco y mantas de cuadros llenas de mierda para subrir las castañas.

- Unas manos agiles para convertir la cartulina-papel-cartón en un cucurucho en cuestión de microsegundos, y recubiertas de una piel especial que te permite coger a puñados las mismas castañas ardiendo con las que se queman el resto de los mortales y meterlas dentro del cucurucho sin que te afecte lo más mínimo.



Y es que cuando compras castañas, no es sólo por lo buenas que están. Es también por la imagen, por las manos de mendiga, por el humillo que sale cuando están calientes y abres una por la mitad, por el abrigo, los guantes y la bufanda, por frío, la calle mojada y la noche a las 6 de la tarde...


Noviembre, mes de prisas y de cambios muy bruscos, previstos, inmprevistos y algunos que los veias venir de reojo y aun así te sorprenden igual. Será porque se mete el frío de repente y sin avisar, y un día te encuentras con que ya no hace ese sol por las mañanas ... y todo sea dicho, la campaña de Navidad desde hace quince días no ayuda. Un día tendremos que poner el arbol en biquini.